Dos ríos, en su desembocadura, delimitan la
costa occidental asturiana: al este el Nalón,
juntadas ya sus aguas al Narcea en Pravia; al oeste
el Eo, que es frontera con Galicia. Soto del Barco
y Castropol son el alfa y el omega que enmarcan paisaje,
playas y buen comer. Entre ellos, los municipios de
Cudillero, Valdés, Navia, Coaña, El
Franco y Tapia de Casariego. Y en muchos de ellos,
con la mirada al sur, el recuerdo y la presencia de
antañonas costumbres vaqueiras.
Si las angulas son el eje sobre el que giran los
fogones de Muros del Nalón y Soto del Barco
(amén de buenos platos de merluza, de bonito
y de rape), Cudillero es ejemplo de sabor a mar y
de tradiciones de cocina. Allí, en "la
vertical más pura y más humana de toda
la geología asturiana", el curadillo,
que es pescado cecial o seco, se hizo presente como
muestra de ahorro previsor en días de invernada.
Y con él, para engalanar mesas de "a diario"
y también festivas, las sardinadas a la plancha,
la merluza en todas sus variantes (en cazuela, frita,
rellena ), el bonito en rollo, la lubina con verdura,
las ostras del Eo, los percebes de Oviñana,
las paellas de marisco, las caldeiradas...
Blancos caseríos con techo de pizarra, playas
y roquedos bañados por el mar nos conducen
hasta Valdés, cuya capitalidad, Luarca, ostenta
el título de la villa blanca de la Costa Verde.
En Valdés, concretamente en Otur, exaltan a
la Gastronomía con un Certamen Bienal de Pintura
que es estimulo de artistas y de cocineros. Excelentes
pescados y mariscos en todas sus variedades dan cuerpo
a calderadas, frituras, asados al horno y a la plancha...
Destacan la cazuela de sanmartín (o pez de
San Pedro), la merluza a la plancha, la lubina al
horno, los chipirones rellenos, el besugo al horno
y toda suerte de mariscos como centollos, nécoras,
bogavantes, almejas, cigalas...
Navia, Coaña, El Franco, Tapia de Casariego,
Castropol. Todo un rosario que engrana cuentas de
buen comer. Y otra vez caldeiradas, y asados a la
plancha y al horno, y frituras, y paellas, y mariscadas...
La dulcería del occidente tiene una palabra
mágica: la venera, postre creado (¡quién
lo sabe!) en honor de Venús, diosa del amor,
o en recuerdo de peregrinaje jacobeo. Y con la venera,
los freixolos (que son frixuelos) rellenos de crema
o de dulce de manzana, y el requesón con miel
o con azúcar.
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