Allá en lo alto de Tarna, en La Nalona, nace
ese río, el Nalón, que vertebra "entre
desfiladeros, foces, remansos, praderíos, huertas..."
Y también, en aras de un progreso no siempre
bien entendido, sabe de minería y de negrura;
de trabajo silencioso en noche de tierra y de alegría
desbordante en las gentes de su ribera.
Y como en el caso del Oriente, monte y río;
caza y pesca; agricultura y ganadería de montaña.
Aunque con notables diferencias en algunos casos,
si puede hablarse de un paralelismo entre la cocina
oriental y la central.
Potes, guisos y fabadas. truchas con jamón
y preparaciones de jabalí, corzo y cabrito
enmarcan la culinaria de Caso, Sobrescobio y Laviana,
que complementa su final con la personalidad del quesu
casín y el dulce sabor de los suspiros y de
los bartolos.
Más abajo en el curso del río, San
Martín del Rey Aurelio y Langreo; allí
donde tienen rango de santidad las cebollas rellenas,
los pimientos rellenos, los callos a la asturiana,
la fabada, el pote de nabos y las casadielles. Y más
hacia el mar, en proximidad con Villaviciosa y Gijón,
Nava "La bien mayada". que es la capital
sidrera por excelencia; y Siero, cuna de los menudos
de carne y de los huevos pintos, y Noreña,
que alcanza el sumun con sus callos, su picadillo
y sus sabadiegos.
Pero volvamos otra vez a la montaña, a esos
municipios de Aller, Lena, Quirós, Teverga
y Somiedo que son limite con León. En Aller
conoceremos los guisos de cabrito y de jabalí,
los potes de berzas, el panchón y los borrachinos;
en Lena y Quirós tiene el cordero a la estaca
especial protagonismo; en Teverga privan los asados
de cabrito, el pote de berzas y también los
borrachinos; y en Somiedo ensamblan todo lo dicho
hasta ahora sobre potes y caza. Y en recuerdo de viejas
costumbres, el pan de escanda y el de centeno otra
vez vuelven a las mesas de esas comarcas.
Y ahora vayamos al remanso del río, donde
el Nalón y sus afluentes calman sus aguas para
regar valles, arbolado y huertas. Mieres, en la cuenca
del Caudal, nos ofrece fabes con uña de gochu,
arbeyinos con jamón y queso de Urbiés;
Morcín y Riosa, quesos de afuega´l pitu
en sus dos modalidades, blanco y rojo; Oviedo, la
capital, luce joyas de arte con platos tan sugerentes
como la carne gobernada, la fabada -ahí al
lado Lugones, con la suya de fama sin fronteras-,
los callos, el menú del Desarme y los potes
de antroxu. Y como dulcerías, los carbayones,
los bombones de Peñalba y las manzanas en hojaldre.
Cerca de Oviedo, en Ribera de Arriba, menestra y pote
de berzas; en Llanera y Las Regueras, arroz con pitu
de aldea...
Grado, Candamo, Salas y Pravia marcan nuestra andadura
final. La zona moscona (de Grado) es abundante en
guisos y potajes, en quesos de afuega´l pitu
blancos... y en tocinillos de cielo; Candamo, además
de buena huerta, alegra los paladares con unas extraordinarias
fresas que, al sentir de Rivero, "quitan el sentido";
Salas, junto con Belmonte, guisa majestuosamente las
menestras o los arbeyinos con jamón, deleita
con frituras de truchas con jamón y satisface
los paladares con preparaciones de salmón del
Narcea. El tono dulcero lo dan sus célebres
carajitos.
Por fin Pravia, villa que en su día fue corte
de reyes, y que tiene en el salmón y en las
mesturinas (hoy boroñinas) su bandera gastronómica.
Termina nuestra andadura. Una larga ruta para mucho
caminar y mejor comer.
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