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UNOS CULINOS ... La Zamorana

Por Jorge I. Sánchez

Sidrería Marisquería Avda. de los Hermanos Felgueroso, 38-40, Gijón Tel. 985 380 632 Cierra los lunes

Cuando a finales de los cuarenta don Ramiro Álvarez, llegado antes de su Turón natal, se estableció en los bajos del n.º 40 de la avenida de los Hermanos Felgueroso, estaba lejos de sospechar que aquel lugar donde emprendía una modesta industria de embotellado de vinos habría de convertirse con los años en un referente obligado de la gastronomía del Cantábrico.

Su esposa, doña Petra Santos, inmigrada en su niñez a Los Valles de Turón, era natural de Valdescorriel –pequeño pueblo del norte de la provincia de Zamora con casas de adobe e iglesia con torre inclinada que, milagrosamente, aún permanece en pie–, por lo que decidieron comercializar los graneles traídos de Jumilla y La Rioja, bajo la marca LA ZAMORANA, que llegó a gozar de notable prestigio entre los establecimientos más selectos de la época, entre los que destacaba El Marathon, por aquel entonces situado entre las calles Corrida y Moros muy cerca de la plaza del Seis de Agosto. El mismo nombre dieron al local de despacho al público, presidido por un mostrador de noble y oscura madera tallada con motivos báquicos, donde los parroquianos podían degustar también los entonces recios caldos de Toro.

Desaparecido prematuramente don Ramiro en 1959, su viuda traspasa el negocio a la familia Pardo, que entonces regentaba una pescadería en la calle de San José y anteriormente habían explotado el concurrido bar Güaniquey, situado en la hoy demolida esquina entre Manuel Llaneza y Hermanos Felgueroso. La fusión de conocimientos del negocio hostelero y del mercadeo de los productos del mar, habría de conducir a la creación de una de las más prestigiosas marisquerías de la región y al paulatino abandono de la industria del vino.

En el 73, con el negocio en su punto álgido, don Enrique Pardo se instala con su hijo Pepe en un nuevo local en Pablo Iglesias y cede LA ZAMORANA en traspaso a los jóvenes hermanos Méndez , llegados de Villayón, pequeño concejo al sur de Navia.

Parecía difícil elevar el listón, pero, armados de tesón, profesionalidad y honestidad; ampliando y reformando el local, cada vez más espacioso y acogedor, y a base de seleccionar los mejores frutos de la mar , con seriedad y rigor , José y Manuel fueron ganando cada vez más prestigio y clientela, hasta alcanzar el reconocimiento de que hoy gozan.

Junto a la barra de la entrada, siempre concurrida, corre la sidra de los más prestigiosos lagares, que se puede acompañar con un amplio surtido de raciones y picoteo. Al fondo se encuentran dos comedores con ambiente que invita a la degustación de los excelentes mariscos, que hay que pagar a su precio, pero que nunca decepcionan, y en un local anexo, comunicado por un pasillo interior, disponen de un comedor más clásico y refinado, donde la extensa carta está dominada por los pescados, tan frescos como sus mariscos, que llegan diariamente de las mejores lonjas que los propietarios conocen a la perfección.

El precio de una comida (siempre que no nos dejemos tentar por el marisco) ronda las cinco mil pesetas, pero la satisfacción está garantizada.