Por David Fernández
Nel, el Duernu estaba empeñado en llevarme a Nava, centro neurálgico
sidrero por excelencia. Y en concreto al llagar Estrada, por ser uno de
los más laureados en los últimos años. Un kilometro
antes de llegar a la villa naveta, desplazándonos desde el centro
de la región, nos encontramos a mano derecha con Sidra Estrada,
punto de elaboración, venta y degustación. Allí nos
reciben Sergio y Nisén, los catadores oficiales y defensores a
ultranza de la sidra natural. Y cuando dicen natural, quieren decinos
ensin aditivos nin conservantes, puntualiza Nel. De hecho, ha sido
el primer llagar en contraetiquetar la sidra para explicar a los consumidores
que no utilizan ningún proceso químico y certificar así
la naturalidad del producto. Para ello han adquirido una máquina
capaz de encolar 4400 etiquetas por hora. Nos extrañaba, con lo
cual nos vimos en la necesidad de preguntar, porqué las etiquetas
de Estrada casi nunca se despegan. Y nos contaron el secreto. Utilizan
una cola que se adhiere con más intensidad cuando se introduce
en agua fría y se despega con facilidad en agua caliente. Con lo
cuál, problema resuelto para el hostelero y para el elaborador.
Después de recorrer las instalaciones, nos acercamos hasta el
negocio hostelero que la familia posee al lado del llagar. Nel, que tiene
buena memoria y muchos años, apunta: Fueron los cabezaleros
en vender tortielles, empanaes... en llagar.
En ese momento se incorpora a la conversación Monchu, responsable
de la labor comercial, y sugiere que nos sentemos a comer fabada y bacalao,
dos de las especialidades de la Sidrería Estrada. La fabada
lleva 32 años en la carta, señala Monchu. Mientras
degustamos esas dos delicias culinarias, Nel se fija en el Oso que gobierna
el local. ¿Qué fai esi osu ehí encaramau aseméyase
al de les botelles?. Efectivamente el Duernu había dado en el clavo.
El impresionante oso de la sidrería, cazado por el padre de Sergio,
pasó a ser el símbolo de Sidra Estrada por casualidad. Mientras
la familia buscaba un logotipo original, que llamara la atención,
un cliente habitual sugirió el protagonismo del osu. Y desde ese
día, Estrada y el osu, el osu y Estrada, son uña y carne
en el mundo de la sidra.
Este año, año de bondad en los manzanos, han recolectado
solamente manzana asturiana, traída desde Cangas de Onís,
Colunga, Teverga, Cabañaquinta, y por supuesto, Nava. En todo el
proceso no se utiliza ningún tipo de sustancia artificial. Esto
tiene como consecuencia que no toda la sidra tendrá el mismo color,
olor ni sabor. Prevalecerá, eso sí, ese tono más
cubierto y ocre de la sidra de Nava y el buen criterio en el trasiego
o mezcla de toneles.
El Duernu, como buen investigador que es, observa los premios colgados
en el llagar. No están todos los que son, porque algunos de ellos
están cedidos a sidrerías de la región. Sin ir más
lejos, de las paredes de la Sidrería Asturias de Oviedo cuelga
ya el último galardón, la mejor sidra de la calle Gascona,
conseguido hace un mes. Y Nel, que no puede reprimir su sabiduría,
apostilla: Y na Sidrería Nava de Xixón hay otru premiu
dEstrada. Lo cierto es que en los últimos años
han cosechado la victoria en importantes concursos, como el de mejor sidra
de Asturias en Villaviciosa, o mejor sidra de Nava en dos ocasiones consecutivas.
Todo esto tiene más mérito cuando Sergio Estrada, al cargo
del llagar desde el fallecimiento de su padre hace seis años, confiesa
que no le gusta la sidra. Si le llega a gustar...
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