Por David Fernández/Serxu
Solares
Cuando alguien se dispone a hablar de sidra, es posible que en lugar
de hablar, fale, en vez de prensar, maye, y por supuesto no visite bodegas
sino llagares. Quizás sería más correcto escribir
el reportaje íntegramente en castellano o totalmente n´asturianu.
Pero nos van a permitir esa licencia generosa de divertirnos saltando
sin pudor de una a otra lengua, porque al fin y al cabo, es la práctica
habitual de la mayoría de los asturianos.
De hecho, nuestro investigador particular sidrero, y guía en estos
viajes por el país de la sidra que es Asturias, será Nel,
el Duernu, un travieso personaje que nos encontramos en una espicha, y
que de cuando en cuando, deja el llagar en el que se alberga para mostrar
lo mucho y bueno que tiene nuestra tierra.
De sidra sabe tol mundiu, señala Nel. Es como de fútbol,
algo tan cercano y cotidiano que es susceptible de opinión y discusión
en bares, chigres y sidrerías. Cuando se pronuncia la palabra Menéndez,
la primera reacción es de respeto. Son llagareros honrados
y trabajadores espeta un habitual consumidor de sidra. Este
año ganaron muchos premios apunta el que estaba al fondo
de la barra. Dos premios, le replicó Nel, el duernu, la meyor sidra
de Asturies en Nava y el Elogio de Oro de Xixón, galardón
que ya habían obtenido en 1999. Y al poco tiempo, una voz dice:
si, pero tienen varios palos, y no siempre me presta.
Evidentemente, tola sidra de Menéndez nun pue saber igual, dice
Nel. De lo contrariu, nun sería artesana, sería industrial
la so ellaboración. Pero lo cierto es que no solamente depende
del llagareru hacer buena sidra. Conservarla en el almacén de la
sidrería, mantenerla a la correcta temperatura detrás de
la barra y saber echarla son elementos de vital importancia que no siempre
se respetan y se cumplen.
En este primer viaje, Nel se topa con Gerardo Menéndez, nieto
del fundador, quien le acompañará en esta excursión
por el moderno llagar de Fano. Sidra Menéndez surgió en
los años cuarenta, en Quintana, a quinientos metros de las actuales
instalaciones, como negocio familiar que llevaba sidra a las cuencas.
De tu güelu acuerdome yo, d´aquella llevaban la sidra en carros
tiraos por gües, afirmó Nel. Desde entonces, la empresa fue
creciendo hasta que en 1990 Sabino y Gerardo Menéndez, padre e
hijo, deciden mano a mano lanzarse a la aventura de convertirse en uno
de los llagares más importantes de Asturias.
Y nos interrumpe El Parrichu, sidrero empedernido: Y lo consiguieron.
Están elaborando dos millones de litros, que se dice pronto, y
seguramente no llegarán a Navidad.
Nel, el duernu, asiente, e interroga a Gerardo con voz trascendente.
¿Hai sitiu pa tanta sidra?. Este sonríe levemente y señala
20 depósitos de acero inoxidable y 22 de madera, dos de los cuales
contienen en este momento 40.000 litros de sabroso liquido. Nel ya no
puede más y pide que le echen el primer culín. Ta de restallu,
pronuncia con la fogosidad y alegría de aquel que disfruta el trago.
Entre culete y culete, que ya no cesarán, Gerardo le comenta las
inversiones realizadas: la adquisición de una moderna flota de
camiones tecnologicamente avanzados para la recogida de manzana y la distribución
de la sidra, nuevos depósitos, y en el afán de superarse
día a día, la próxima construcción de una
nave de embotellado y almacenaje.
Al octavo culín, Nel, el duernu solo quiere echarse a dormir en
el pajar más cercano. Gerardo le convence para visitar una última
nave, donde se encuentran cientos de cajas de sidra. La curiosidad de
Nel le lleva a preguntar sobre el destino de esas botellas. Unas irán
fuera de la región, hacía Alicante, Madrid, Palma de Mallorca,
Algeciras y Lugo. Otra partida esta apartada para las cuencas, fieles
a una sidra de otro estilo.
En este mes de febrero comienzan a corchar la sidra nueva, lo que hace
que los ojos de Nel se salgan de sus órbitas, porque la sidra de
este año promete agradables sensaciones. Un año en el que
la mayor parte de la manzana, entorno al setenta por ciento, procede de
la zona rural del concejo.
Con la información recopilada, Nel, el investigador, se comienza
a plantear dejar de trabajar de duernu, y montar su propio llagar. Y se
marcha con la alegría en el cuerpo. Menos mal que la nueva Ley
de Tráfico no afecta a los duernos. Hasta nuestro próximo
encuentro...
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