Ramiro Valdés
En la falda meridional de la Sierra del Cuera, situado a 350 m de altitud
y cerca de Carreña de Cabrales, se haya la aldea de Arangas. Allí
se elabora este energético queso de pasta azul. Las piezas tienen
forma cilíndrica y alcanzan un peso entre tres y cinco kilos. La
corteza blanda con ligero moho blanco, presenta tonos rojizos en estados
avanzados de curación. La pasta es en general blanca al corte,
si bien después de maduro puede presentar vetas azuladas. Su sabor
es fuerte y persistente por lo que en la tabla debe ocupar los últimos
lugares a la derecha. La compañía ideal para el queso de
Arangas es la sidra, aunque también son excelentes compañeros
los vinos tintos de crianza con cuerpo (Rioja, Ribera del Duero, Toro
).
Los métodos empleados por los artesanos de la zona sugieren la
antigüedad de su origen. En primavera y verano se hace a partir de
una mezcla de leches de vaca, oveja y cabra. El resto del año se
elabora con leche de vaca y oveja o solo de vaca.
La leche entera, después de filtrada, se calienta hasta conseguir
su coagulación -hasta tiempos relativamente recientes para el filtrado
y mezcla de la leche se utilizaban los «regos» utensilios
consistentes en una larga trenza fabricada con crines y colas de ganado,
que se enroscaba hasta formar una base circular cóncava sobre la
que se vertía la leche- el cuajo se pasa a los moldes cilíndricos.
Una vez que han tomado forma se introducen en cuevas naturales para su
maduración, proceso que se prolonga entre dos y seis meses.
El queso de Arangas carece prácticamente de comercialización.
Para adquirirlo hay que acudir directamente a los productores en el propio
pueblo de Arangas o en los mercados próximos de Cabrales o Cangas
de Onís, aunque bien vale la pena el viaje y sumar al placer gastronómico
el de la visita a los impresionantes parajes de los Picos de Europa.
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