La sidra vive tiempos de ebullición, los lagares asturianos están
a la vanguardia tecnológica de la industria sidrera no sólo
española, sino también europea, en un intenso y constante
proceso de renovación con fuertes inversiones. Bretones, Normandos
o Vascos vienen a copiar de sus instalaciones. El consumo fuera de Asturias
es de un 25% de la producción actual y va en aumento, cuando hace
poco no llegaba ni al 5%. Y hasta la mujer, que tradicionalmente permaneció
alejada de este producto, se ha sumado al despegue con naturalidad, algunos
de los mejores escanciadores de la región hoy en día tienen
nombre femenino.
Las perspectivas de futuro parecen todavía más halagüeñas.
Algo pasa con la sidra, algo bueno sobre todo si se echa la vista atrás,
cuando los llagares seguían produciendo como hace un siglo, caían
la calidad y el consumo y las pomaradas eran abandonadas. En poco menos
de dos décadas el sector ha, cambiado más que en todo el
siglo anterior, aseguran los sidreros.
La sidra es, en medio de ese panorama, una buena muestra de cómo
se puede variar el rumbo. El sector produce unos 45 millones de litros.
Hay cerca de un centenar de lagares que emplean a unas 400 personas. Los
cosecheros de manzana tienen plantadas 7000 hectáreas, de las que
sólo unas 600 son nuevas. Éste es quizás el aspecto
de todo el proceso en el que menos se ha avanzado, pero también
en el que hay mejor futuro, ya que la denominación de origen, que
obligará a hacer sidra asturiana sólo con manzanas de la
región, los cosecheros tiene asegurada la venta de todo el género.
La industria agroalimentaria asturiana mueve, según los últimos
datos de Sadei, unos 150.000 millones de pesetas al año y da empleo
a unas 4.000 personas. Pero está reducida casi en exclusiva al
sector lácteo y cárnico. En el resto, apenas existe un tejido
de empresas transformadoras de la producción agraria.
La dependencia del sector primario siempre fue, en la más pura
ortodoxia económica, un síntoma de comarcas poco desarrolladas.
Hay corrientes que empiezan a cuestionar esas teorías. Soria, Cáceres,
Salamanca, Orense, Zamora o Almería están entre las regiones
que más han aumentado, porcentualmente, su nivel de riqueza desde
la entrada de Espafia en la Unión Europea. Todas ellas tienen un
potente sector agropecuario.
Adolfo Sánchez Venta
Director
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