SIDRA TRABANCO
Por
las referencias que existen, se puede afirmar que la elaboración
de la sidra natural, una costumbre común a todas
las riberas atlánticas de Europa, apenas ha sufrido
cambios en Asturias a lo largo de los siglos. Han variado,
sin duda, las condiciones higiénico-sanitarias,
los materiales, las instalaciones, pero el proceso esencial,
desde la recolección de la manzana hasta el embotellado
final, no se aparta un ápice de las pautas transmitidas
de generación en generación.
La temporada anual se inicia por lo común en la
segunda quincena de octubre, dependiendo de las condiciones
meteorológicas y del estado de maduración
de las distintas variedades de fruta. Entonces se empieza
a recoger pañar la cosecha, proceso
que, como en el pasado, se sigue realizando casi en su
totalidad manualmente, congregando a familiares y amigos
en una costumbre en la que pervive el espíritu
solidario propio de la vieja Asturias rural.
Una
vez recibida la manzana en la báscula, se procede
a realizar un primer análisis visual, rechazando
las partidas de fruta que presentan algún tipo
de anomalía. Posteriormente las manzanas son sometidas
a un lavado con varios puntos de agua a presión
para, posteriormente, pasar por un escogedor manual donde
un operario separa, una a una, las manzanas que no ofrezcan
las condiciones idóneas para ser mayadas. El siguiente
paso, el mayado propiamente dicho, se realiza en la trituradora
y en él se escoge la granulometría más
adecuada según la maduración y el tipo de
manzana, a fin de obtener así el mejor rendimiento
de extracción de mosto. Del molino se pasa a las
prensas tradicionales, en las que lentamente se va obteniendo
el mosto, en un proceso que puede durar hasta cuatro días
y que permite, a diferencia de la extracción industrial
más rápida mejorar el rendimiento
de la fermentación alcohólica, lograr una
mayor concentración de sustancias volátiles
y limitar, en fin, la acetificación de la sidra.
Una
vez extraído el mosto, se bombea hacia los toneles
de castaño o los depósitos de acero inoxidable,
donde se inicia la fermentación hasta que, en los
meses de enero y febrero, se acometen trasiegos rotativos
de unos a otros a fin de eliminar las impurezas decantadas
durante la fermentación. Cuando la sidra ha alcanzado
la densidad y el punto ideales, es bombeada desde el tonel
a la sala de embotellado cuidando mantener la presión
ligeramente elevada para evitar así pérdidas
de anhídrido carbónico. Una vez en este
punto, se procede al embotellado