Su situación en el centro de la provincia
determinó desde antiguo que fuer elegida como
la capital del Principado de Asturias.
Los orígenes de la ciudad de Oviedo se remontan
al año 761, cuando los presbíteros Máximo
y Fromistano fundan un establecimiento agrícola-monástico,
en el que más tarde edificarían una
pequeña iglesia bajo la advocación de
San Vicente.
Fruela I, cuarto rey de la monarquía asturiana,
atraído por la ubicación, mandó
construir un palacio y una iglesia. Pero sería
su hijo Alfonso II /791-842) quien, a principios del
siglo IX, trasladaría la corte de Pravia a
Oviedo y quien mandaría levantar un nuevo templo
en honor del Salvador, iglesia y palacio que contribuyeron
al desarrollo de la ciudad.

Paralelamente se crea un arte peculiar de renombre
universal -el Prerrománico- que aúna
cierta continuidad artística respecto al reino
visigótico, con unas características
arquitectónicas propias y que culminara en
la época de Ramiro I.
Tras la muerte de Alfonso III el Magno, impulsor
del desarrollo urbano de Oviedo, la ciudad alcanza
una gran relevancia religiosa debido a las reliquias
conservadas en el templo de el Salvador, que la convierten
en el segundo centro de peregrinación de la
península.

Entre los siglos XIII y XVI, acontecimientos como
la construcción de la muralla circular, el
incendio que asoló la práctica totalidad
de Oviedo o la edificación del acueducto de
Los Pilares, van trasformando la ciudad medieval.
Ya en el siglo XVII se inicia una clara expansión
con la fundación de la Universidad y la consolidación
urbana de una nobleza hasta ese momento rural.
En el siglo XVIII se inicia la actividad industrial
y a mediados del XIX, Oviedo desarrolla una gran actividad
comercial y financiera, disminuyendo la actividad
industrial que tanto había contribuido a su
expansión. En nuestro siglo, el sector terciario
se ha convertido en la base del crecimiento urbano.
Hoy nos encontramos con que en Oviedo se centraliza
toda la actividad administrativa de la región
y el comercio se ha convertido en el principal motor
de su economía. Por ello, podemos decir que
Oviedo es una ciudad moderna, abierta y de gran proyección
internacional, que se canaliza, fundamentalmente,
a través de los Premios Príncipe de
Asturias.
El Palacio de Valdecárzana y Heredia, la
Capilla de la Balesquida, la Casa de los Llanes, el
Palacio de la Rúa, la Iglesia de San Tirso,
la Catedral, el Palacio Episcopal, la Universidad
Literaria, el Teatro Campoamor, el Hospicio Provincial
(hoy Hotel de la Reconquista), Santa María
del Naranco, San Miguel de Lillo y San Julián
de los Prados son algunos de los principales monumentos
histórico-artísticos de la ciudad. Estos
monumentos junto a su extensa red de museos, centros
culturales y salas de arte dignifican la vida cultural
de los ovetenses y convierten esta ciudad en una de
las más dinámicas de España.
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